Mi proceso creativo
Detrás (y dentro) del arte contemporáneo híbrido y digital de Nieves Parrilla
Detrás (y dentro) del arte contemporáneo híbrido y digital de Nieves Parrilla
El proceso creativo detrás de mis obras es tanto una búsqueda como una exploración. Cada pieza comienza con una reflexión, una idea que me busca a mi tanto como yo a ella. Te cuento un poquito más sobre mi viaje por el arte contemporáneo, el arte digital y las técnicas híbridas...
Las ideas no llegan con trompetas
A veces las ideas aparecen en forma de un retal de madera olvidado, una curva torneada, un marco destartalado, un trozo de historia. Y entonces me digo: "A ver… ¿y qué hago con esto?". Y empieza el juego. Puedo estar en el trastero, en la cocina, con una brocha en una mano, o una sierra, voy enredando. Así nacen muchas de mis piezas: del azar, de mirar las cosas con otros ojos y dejar que la intuición haga su parte. No hay fórmula, pero sí un hilo que une todo: las ganas de descubrir qué puede llegar a ser cada cosa, si se le da una nueva vida.
Otras veces todo comienza con una imagen que me fascina. Un dibujo antiguo de arquitectura, una línea elegante, un gesto del pasado. Quiero compartirlo, pero también quiero conservarlo. Así que lo convierto en imagen digital y me dispongo a diseccionarlo, a partirlo, estirarlo, deformarlo... A jugar, hasta que surge la conexión, hasta que me "habla" y ahí comienza el reto. No se trata de hacer memes bonitos —aunque a veces lo parezcan—, sino de decir algo, de rascar en la superficie... de que la obra diga lo que quiere.
Algunas obras surgen como un chispazo: vienen hechas, como si alguien te las estuviera contando al oído. Claras, redondas, listas para salir. Otras hay que pelarlas como una cebolla, capa a capa, sin saber qué hay dentro, hasta que se dejan ver... y, a veces como autenticas cebollas, me hacen llorar (de risa... y al cajón!). Pero ahí está la gracia: en enredar, en mirar una cosa vieja y preguntarle: ¿y tu? ¿qué más puedes ser?
No tengo un método para usar mi creatividad. No tengo un horario, ni una fórmula, ni un taller digno de Instagram. A veces surge el hallazgo entre los retales del trastero, otras entre el trasiego cotidiano, otras en la pantalla. Es intuición, juego, obsesión con lo visual. Es encontrar nuevas formas de contar viejas historias, o viejas formas para decir algo nuevo.
Sea como sea, el hilo siempre es el mismo: mirar con otros ojos y dejar que las cosas se transformen.
No hay glamour, hay intuición. No hay plan, hay deriva.
Y cuando todo encaja, aunque sea un poco torcido, aunque tenga grapas o pegamento, ahí está: la obra. Que igual te hace sonreír, o pensar, o ambas cosas.
Y entonces... sí. Vale la pena.